Resumen
La publicación del fascículo XIX del DHLE en 1990, nos permite ver en completa perspectiva la difusión formal y semántica de los derivados del latinismo anglus y de los compuestos que tienen como primer elemento angli-, anglo-, según los casos. Son unos cincuenta, y en una primera ojeada se advierte en seguida que no todos tienen que ver con la lengua inglesa, ni siquiera con Inglaterra. Aunque llevamos cuarenta años haciendo uso un tanto impreciso de la voz anglicismo, echamos de menos en el inventario del DHLE el neologismo (empleado como sinónimo) arzglismo, que usa a veces el Prof. Rodríguez Adrados. No creemos que pueda desplazar al término, hoy usual en todo el mundo hispánico, que encabeza estas páginas, documentado además en su valor de 'modismo de la lengua inglesa', desde 1784. No hace falta resaltar la fecha de ese testimonio ni el hecho de que el término nos llegó, con toda probabilidad, a través de nuestros vecinos (fr. anglicisme) que reconocen su procedencia inglesa (ing. anglicisnz). Pero esta voz anglisnzo, de perfil semántico todavía borroso, podría valer para abarcar todas esas influencias de orden social -moda, religión, deporte, comportamiento, etc.- que sin ser calificadas de censurables -ése es el denominador común de lo criticado, de ahí el nombre anglomaníu, galicismo atestiguado en 1805- designan objetivamente cuanto consideramos irradiación del fenómeno cultural anglosajón. Ello no excluye, naturalmente, las matizaciones -positivas o negativas- de las distintas ramificaciones del fenómeno registradas en el DHLE, algunas, al parecer, superfluas, como angloparlante (según el modelo de galoparlante, ítaloparlante, etc.), que yo siempre uso frente a hispanohablante para subrayar el carácter extranjero de la otra lengua, mas sin atribuirle el valor peyorativo que algunos vigilantes del estilo pretenden atribuir al término. Parlar, en su primera acepción, nada tiene de peyorativo. Además, el DHLE me ha honrado incluyendo una cita mía, precedida nada menos que por otras dos de don Juan Valera y don Américo Castro. Mas el lexema anglo ha dado origen también a los latinismos ánglico (1418) y anglicano, éste documentado en español (1433) antes de nacer la Iglesia Anglicana, y ambos con el significado neutro de 'inglés'.