Aún cuando la imaginación cómo función esencial del alma humana fue explorada por la primera vez por Aristóteles en De anima, su rol radical en la constitución tanto de los sujetos como de la sociedad parece haber sido más bien encubierto después por los filósofos de la modernidad – fuera de algunas inspiraciones consignadas por Kant, Hegel y Heidegger en textos pocos difundidos y luego desaparecidas de sus últimas publicaciones 2. Si me puedo permitir un paréntesis, es a la vez sugerente y gracioso que la imaginación haya conocido con los filósofos ilustrados la misma suerte que la memoria de las mujeres. Como única muestra, al inicio del discurso ilustrado sobre la igualdad, no fueron tomado en cuenta los "Cuadernos de las Quejas" enviados en 1789 por algunas mujeres a la Asamblea francesa - pidiendo instrucción, modestos ejercicios de voto, reforma de la familia y protección; mientras Rousseau argumentaba sobre la negación de la ciudadanía a las mujeres, y Olympia de Gouges y Mary Wollstonecraft buscaban, sin lograrlo, a dar voz pública a las ideas democráticas de sus contemporáneas con la publicación de la Declaración de los derechos de la mujer y de la ciudadana (1791) y la Vindicación de los derechos de la mujer (1792) - hoy reconocida como la obra fundacional del feminismo (Valcárcel, 2001).
Alméras, D. (2001). Lecturas en torno al concepto de Imaginario: Apuntes Teóricos sobre el aporte de la Memoria a la Construcción Social. Cyber Humanitatis, (19). Recuperado a partir de https://byzantion.uchile.cl/index.php/RCH/article/view/8869